Una mujer y dos jóvenes de 21 y 22 años dirigían una organización internacional de narcotraficantes desarticulada por la policía en la provincia de Cádiz. La investigación, que se ha desarrollado durante 11 meses, ha permitido la detención de 17 personas implicadas en la distribución de cocaína y la incautación de 23 kilos de esta droga, la mayor aprehensión realizada por la Comisaría Provincial de Cádiz.
Los dos cabecillas se encargaban de poner en contacto a la mujer con los suministradores de la droga, cuatro personas procedentes de la República Dominicana que operaban desde Madrid. Hasta allí se desplazaban en numerosas ocasiones para concretar las partidas de droga que posteriormente se adquiría.
Eran también ellos los encargados de recibir a la persona que hacía de transportista y de entregar a la organización la mercancía.
Una vez que la cocaína llegaba a manos de la mujer, ésta la repartía entre familiares y otros miembros de la red, que se encargaban de la distribución. Para estas labores recurría principalmente a su hija y al compañero sentimental de ésta, pero también a su hermana, y otros colaboradores.
Un centro comercial
La policía logró sorprender a los dos jóvenes en una de sus citas para recibir la droga de Madrid. Los agentes destacaron que el traspaso de la mercancía que desembocó en la operación policial se hizo en un espacio lleno de gente: en el aparcamiento del centro comercial Hipercor, en Jerez.
En esta primera actuación, la policía logró incautarse de más de doce kilos de cocaína. En un registro posterior del piso que compartían los jóvenes en El Puerto de Santa María fueron localizados más de 11 kilos de droga, además de planchas, moldes, básculas y demás instrumentos para manipular la cocaína. El resto de miembros de la organización fueron detenidos después de varias jornadas de vigilancia.
El comisario provincial de Cádiz, José María Deira, insistió en el duro golpe al tráfico de estupefacientes que ha supuesto esta operación, puesto que la red surtía a numerosos distribuidores asentados en la bahía.
"Es el mayor alijo que hemos hecho y nos puede dar una idea de qué es lo que se está moviendo por aquí. Todo eso se lo está metiendo nuestra juventud por la nariz y eso es lo más triste, lo más lamentable", apuntó el comisario.
"Hacemos lo que podemos", aseguró ayer Deira, "pero estos grupos han profesionalizado sus sistemas y, en cuanto salen de la cárcel, se buscarán otro proveedor y seguirán haciendo lo mismo, porque el negocio es rentable".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 17 de noviembre de 2007