Fue el jinete en la sombra: Donald Ayler, trompetista de jazz, conocido menos por sus méritos propios que por sus años como sideman junto a su hermano, Albert (saxofonista y compositor), falleció de un ataque al corazón el pasado 21 de octubre en su domicilio de Northfield, Ohio, a los 65 años.
En marzo de 1965, Don y Albert Ayler establecieron su residencia en Nueva York. Desde entonces, y hasta febrero de 1968, el trompetista vivió lo que han sido calificados como sus años dorados, aun cuando la existencia de los Ayler en la Gran Manzana fue cualquier cosa menos fácil: "Vivíamos a la intemperie, sufría de malnutrición, cobrábamos cinco dólares por seis horas de trabajo", declaró. Al tiempo que su hermano mayor hacía saltar por los aires las pocas convenciones que los músicos de free jazz habían dejado sin derruir, Don se bastaba con su papel de abnegado escudero de Albert.
Para su fortuna, los Ayler contaron con un aliado en la persona del saxofonista John Coltrane, una figura establecida y respetada del nuevo jazz, aunque no por mucho tiempo. Coltrane empleó a la pareja en sus tormentosos conciertos en el Lincoln Center, en febrero de 1966, e hizo posible su fichaje por el sello discográfico Impulse. Antes, ya habían dejado el testimonio de su estilo esquizofrénico y lúdico -ese "ozono de Nueva Orleans empapado en LSD"- en Bells y Spirits Rejoice, dos clásicos del post-free.
La muerte de Coltrane, en julio de 1967, supuso un duro golpe para los hermanos. En febrero del año siguiente, la pareja se deshizo. En noviembre de 1970, Albert falleció por causas aún desconocidas.
Donald renació en 1981, cuando viajó a Italia para tocar y grabar al frente de un septeto. Para asombro de muchos, el hermanísimo resultó ser un intérprete extremadamente original, lírico y melancólico; un "vanguardista chapado a la antigua". Sólo volvió a actuar de forma esporádica.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 17 de noviembre de 2007