Un millar de skins de tendencia antifascista causaron ayer graves disturbios en el centro de Barcelona y obligaron a los Mossos d'Esquadra a emplearse con contundencia. Los jóvenes se concentraron en la plaza de la Universitat en protesta por la muerte de Carlos Javier P., un menor antifascista que el pasado domingo fue asesinado en Madrid a manos de un soldado de aspecto neonazi.
Durante los enfrentamientos, 10 mossos y varios manifestantes resultaron heridos, según la policía. Uno de los agentes recibió un golpe en la cabeza y quedó inconsciente. Hubo siete detenciones.
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La tensión se hizo evidente desde el primer momento, cuando los manifestantes intentaron recorrer la Ronda de Sant Antoni y se toparon con una fuerte cadena policial. Algunos jóvenes lanzaron botellas de vidrio y objetos contundentes contra los agentes de la Brigada Móvil (los antidisturbios), que sacaron las porras. A partir de ahí, la marcha -que no había sido comunicada a las autoridades y, por tanto, era ilegal- se convirtió en un juego de estrategia en el que los jóvenes intentaban llevar de cabeza a los Mossos.
Los incidentes más graves se registraron en torno a la plaza de Urquinaona. Además de quemar contenedores, lanzar petardos y romper jardineras en plena calle, los autodenominados antifascistas volcaron su rabia contra la sede del Departamento de Interior, en la Via Laietana. Varios de ellos lanzaron vallas contra los mossos que custodiaban el edificio.
La policía sacó a la calle decenas de vehículos, con el fin de dispersar la marcha. En la plaza de Catalunya se vivieron momentos de tensión, porque a esa hora de la tarde multitud de personas que estaban realizando sus compras se vieron sorprendidas por los altercados. Decenas de ciudadanos se refugiaron en establecimientos; algunos de los cuales incluso bajaron las persianas. En dos horas, los grupos se fueron reduciendo y la manifestación se dio por concluida.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 18 de noviembre de 2007