Por segundo año consecutivo, el programa Seis cordas, noites de danza intensa programado por la sala Teatro Ensalle registró lleno absoluto. Las entradas se encontraban agotadas desde hacía varios días para el pase especial de la noche del domingo, que combinó improvisaciones de danza contemporánea y música en directo. La expectación era grande tras el buen sabor de boca que dejó la iniciativa el año pasado, cuando se organizó por primera vez.
Bajo la única batuta de la libertad absoluta, los participantes en la sesión consiguieron componer una sinfonía que destilaba belleza, dinamismo y humor. El pasado domingo, las copas de vino que se servían en la barra de la sala fueron la excusa principal de los bailarines para iniciar el espectáculo. Emergieron de entre el público, donde se encontraban confundidos en un primer momento.
Los gallegos Andrea Quintana y David Loira, los vascos Victoria Miranda e Igor Calonge, el francés Nicolás Rambaud y la canaria Laura Marrero jugaron a sorprender a los espectadores. Buscaron el contacto personal perdido en las rígidas formalidades sociales y se mostraron especialmente pendientes del objetivo del fotógrafo de este periódico, a quien incluyeron en la partida libre en el ambigú.
Poco a poco, y al son marcado por los músicos David Santos y Pablo Carrera, el grupo fue repartiéndose por las otras estancias del teatro. Las butacas se acercaron a la escena y los bailarines las escalaron camino hacia la cumbre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 20 de noviembre de 2007