Al igual que ya ocurrió el año pasado, los jugadores del Barça desfilan por los micrófonos y denuncian los males del equipo, sin que por el momento nadie le ponga remedio. Ayer, Edmilson resultó categórico en TV-3: "En el vestuario hay mucha gente buena, pero también hay quien no quiere nada. Formamos una familia; y muchas veces en la familia tenemos una oveja negra; gente que piensa distinto". Y añadió: "Los jugadores tenemos dinero, éxito, mujeres, fama, cosas fáciles; y a veces los verdaderos valores se van apartando y dejamos nuestra profesión en segundo plano. Hay quien piensa: 'Voy a entrenarme rápido porque tengo una reunión por algún asunto o tengo que viajar para hacer publicidad'. Estamos aquí para ganar títulos y hacer feliz a la gente".
Deco insistió en la necesidad de "preparar mejor" los partidos en campo contrario -el Barça sólo ha ganado uno, al Levante- y "evitar que salga a la prensa lo que pasa en el vestuario", para evitar convertirlo en un Gran Hermano. Xavi, uno de los capitanes, abogó precisamente por cambiar el sistema en cancha ajena y ganar un medio a cambio de sacrificar un delantero, circunstancia que comprometería a Ronaldinho, pues el equipo ya se desplegó con cuatro medios cuando el brasileño estaba lesionado. Bojan precisó que "no sería común ver sentado a Ronaldinho o a Henry en el banquillo, pero son dos jugadores más del equipo y dependerá del criterio técnico".
Aunque el vestuario no transmite un mensaje común, los jugadores que deben marcar las diferencias están en el disparadero a la espera de que intervenga el entrenador, Frank Rijkaard.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 22 de noviembre de 2007