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Tribuna:Muere una leyenda de la danza

El genio del genio

¿Qué decir del maestro? Entré en su compañía en 1987, apenas salido del conservatorio, fue mi primera experiencia profesional que ha marcado mi cuerpo y mi estilo. Los largos días pasados en su estudio de Lausanne cumpliendo nuestro horario y esperando que la chispa creativa nos convocara, a veces a solas con él y otras en grupo, para moldear nuestros cuerpos con su alma y genialidad. Nos marcaba sus pasos y dejaba que nuestros cuerpos hicieran el resto para dar al final su toque, su marca, que le ha hecho uno de los grandes, de los grandes maestros y amigos. Su carácter duro y agresivo contrastaba cuando creaba piezas modernas llenas de sensibilidad y lirismo. Las horas compartidas se convertían en una experiencia humana única e inolvidable y hacía que amáramos cada día más la dura profesión del bailarín. Se ha ido un cuerpo pero su alma seguirá en mi vida, mi trabajo y espero que sus obras sigan representándose, manteniendo vivo para siempre su legado artístico. Hasta pronto, Maurice, maestro.

Patrick de Bana es bailarín y coreógrafo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 23 de noviembre de 2007