Simpático el artículo de la señora Amparo Rubiales. Y, sin lugar a dudas, bien orientado. Sorprende, en todo caso, que una doctora en Derecho y abogada no se haya documentado suficientemente a la hora de escribir su artículo: en efecto, si a la futura presidenta de la República argentina se la llama Cristina Fernández de Kirchner es porque así consta en su documento nacional de identidad, mientras que a su marido, y por la misma razón, no podremos nunca llamarlo Néstor Kirchner de Fernández. Es la legislación vigente en Argentina la que, por imperativo legal, impone cómo ha de formarse el nombre completo de una persona y no, como pretende Amparo Rubiales, la consecuencia de "... un problema cultural insufrible...".
Otra cosa, y en esto coincido sin duda con el punto de vista de la autora, es reconocer como una costumbre rancia, decimonónica, la de llamar a una mujer casada "señora de...". Reconocimiento del que nace la adhesión a su batalla poco feminista y muy ciudadana de "... pelear para que las mujeres puedan ser madres y...".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 26 de noviembre de 2007