Existe inflación de creadores culinarios en nuestro entorno, y por ello en cualquier barrio o aldea encontramos un local, en general de pequeñas dimensiones y primorosamente decorado según los últimos criterios del mínimal, que intenta sorprendernos con exóticas combinaciones de productos en curiosas agrupaciones que se denominan platos de autor.
Y aunque sin duda autor tienen, es necesario probarlos y después recapacitar sobre lo comido o acontecido, reflexión que nos suele llevar al convencimiento de que virtuosos hay pocos y que las cualidades que llevan a conseguirlo dependen más del trabajo y del estudio constantes que no de la estancia por cortos periodos con el afamado cocinero de turno.
Fruto de su inteligencia y ante todo de sus esfuerzos, Ricardo Camarena ha logrado no solo ser creador, sino que publicación tan pacata en el reconocimiento a los profesionales de nuestro país como es la Guía Michelín, así lo asuma, y le conceda una de sus apreciadas estrellas pese al poco tiempo de existencia de su restaurante Arrop en Gandia.
Los platos que prepara, basados de forma notoria en la tradición, son ejemplo de innovación con criterio, y se alejan de aquellos que al principio señalábamos tanto como se acercan a los que encontramos en los verdaderos profesionales.
Sea enhorabuena.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 2 de diciembre de 2007