El crecimiento económico de las comarcas catalanas ha entrado en una senda de convergencia. Las provincias de Tarragona y Lleida están tomando el relevo al área metropolitana de Barcelona y Girona, que tiraron de la economía en la década de los noventa. Ésta es al menos la tendencia que refleja el último anuario económico comarcal de Caixa Catalunya: Barcelona apretó el acelerador en 2006 con un incremento del 3,6% (frente al 2,8% de 2005 y al 2,4% de 2004), pero sigue por debajo del crecimiento del conjunto de Cataluña, del 3,7%.
La recuperación de la industria, tras años de ajustes por el efecto severo de la globalización económica y las fugas de producción a países más baratos, ha permitido este aumento de revoluciones, según el estudio, aunque, en el caso concreto de la comarca del Barcelonès, las cifras invitan a la prudencia: la industria, por ejemplo, sólo creció un 1,171%, frente al 2,9% de toda Cataluña. El autor del informe, el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Josep Oliver, lo atribuyó a que el área metropolitana de Barcelona "ha visto salir actividad" desde 1996 y este proceso aún se ha mantenido en los últimos años.
Sin embargo, Oliver consideró que el conjunto de Cataluña ya ha "absorbido" el "choque" de la globalización económica y reiteró, con los últimos estudios presentados por la caja de ahorros, que el patrón de crecimiento en Cataluña ha empezado a cambiar hacia una recuperación industrial de mayor valor añadido y una menor dependencia de la construcción.
Tarragona lideró el dinamismo en Cataluña con un avance del 4,1%, gracias al tirón del sector primario e industrial, y pese a que sufrió un notable enfriamiento del sector inmobiliario, que sólo aumentó un 3,1%, frente al 5,4% de la media en Cataluña.
Para el año 2008, Oliver pronostica una "moderación" del crecimiento: "Si este año cerramos con un incremento del PIB del 3,8%, el próximo se alcanzará entre el 3,2% o el 3,5%", apuntó, aunque advirtió de que si Estados Unidos entra en recesión, todas las previsiones puede quedar desbaratadas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 6 de diciembre de 2007