Los alumnos de Medicina de la Universidad de Alcalá dicen que estudian entre ruinas. Marina, de 23 años, levanta las cejas cuando, desde una esquina rancia de un pasillo de la facultad, cuenta que cada invierno goteras y grietas regresan a los techos y paredes de todo ese edificio. "Las humedades se quedan ahí meses y, aunque las tapen, vuelven a resquebrajar las paredes cada invierno. Y yo ya he pasado aquí cuatro", afirma.
Enrique Fernández Tapia, director de la Oficina de Proyectos de la Universidad de Alcalá, reconoce que las cubiertas de los módulos de la Facultad de Medicina son defectuosas: los tejados están protegidos por una lámina impermeable que es ineficiente porque se encuentra por encima del aislante térmico.
Para que la lámina impermeable cumpliese su función debería estar colocada debajo de la aislante, que la protegería de unos cambios de temperatura para los que no está preparada, por lo que ésta se resquebraja y permite que el agua se acabe filtrando.
Como consecuencia, las paredes de la facultad se ennegrecen y agrietan cada invierno. La Universidad ha emprendido unas obras de sustitución de la cubierta aislante por otra metálica. Como resultado, hace aproximadamente 10 días que varios laboratorios de la facultad se inundaron. Fuentes de la Universidad informaron de que, debido a los fuertes vientos de hace unos días, se desprendieron entre 300 y 400 metros cuadrados de la cubierta temporal, ya que la empresa encargada de las obras no la había fijado con suficiente peso. El agua inundó dos laboratorios del módulo dos de la facultad, y afectó a la unidad de cultivos y a dos despachos de dicho módulo. Todavía permanecen cerrados.
Fuentes de la Universidad aseguraron que las obras de impermeabilización durarán dos meses más. Marina y sus compañeras están cansadas de dar vueltas por los edificios para llegar a las aulas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 7 de diciembre de 2007