Me ha llenado de esperanza la rectificación hecha por la Academia del Cine según la cual se le devolverá a la gala de los Goya la presencia de los mejores cortometrajes españoles: excelente noticia para los cortometrajistas, para el cine español y para la propia gala.
Hoy que rectificar ya no es "de sabios" sino "de débiles", en un momento social en que se sobrevalora la rigidez en las ideas y se justifica la prepotencia administrativa, la actual dirección de la Academia nos hace una demostración de cintura, flexibilidad e inteligencia.
Ellos saben que, de haber consumado su primera intención (excluir a los cortos de la gala), tal vez hubiéramos organizado -los cortometrajistas- algún acto simbólico de protesta en medio de la escasa o nula organización que tenemos, acto que hubiera dejado de ser noticia en unos cuantos días. La gala se hubiera mostrado en televisión, admitámoslo, sin que la mayoría del público nos echara de menos.
Descartemos entonces que la Academia "se haya visto forzada a cambiar su decisión, presionada por determinado sector que amenazara su imagen, su prestigio, etcétera". Más bien, tal rectificación es prueba evidente de sus actuales prioridades y demuestra una sincera voluntad de proteger el cortometraje y apoyar a sus creadores.
Son de los nuestros, vamos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 7 de diciembre de 2007