Como reza el anuncio de una compañía de telecomunicaciones: "¿Qué tienen las luces de Navidad? Despampanantes luciérnagas multicolores que te impiden pensar..." que cada año se encienden antes, a finales de noviembre... ¡Qué locura! Si resta un mes para esa fecha, ¿por qué se las denomina de esta manera?
Todos los días oímos términos como "cambio climático", "emisiones de CO2" y muchos más, que especialmente ayuntamientos y empresarios se niegan a oír en estas fechas, fomentando la contaminación. Muestra de ello es el gasto en esas lucecitas que alumbran nuestras calles y que los consistorios se justifican en que son de bajo consumo. Ellas emiten en España 10.000 toneladas de CO2, que se traduce en luz para unas 55.000 personas al año. Lamentablemente, miles de personas carecen de este bien necesario, pero claro, ¿qué es una Navidad sin regalos, sin calles sobreiluminadas y sin escaparates atractivos? Mientras políticos y compañía derrochen, no sirven para nada nuestros esfuerzos individuales por frenar la contaminación. Y Gallardón no es el único culpable de esto.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 13 de diciembre de 2007