Se cobró el Espanyol un triunfo sin despeinarse ante el Levante, equipo ramplón e indolente que demostró sin pudor su condición de colista. Jaleados por Valverde durante la semana, que se hartó en definir al envite como el más importante del ejercicio, los blanquiazules mordieron de buen inicio para satisfacer a las exigencias del guión. Dieron un par de pasos hacia delante, apretaron en posiciones avanzadas, apretujaron las líneas y combinaron con insistencia y ritmo. Aunque pronto se desbravaron, estos detalles iniciales desactivaron al Levante al tiempo que otorgaron al Espanyol la victoria, clave para no descabalgarse de las posiciones nobles y anclar al rival en fondo de la tabla.
ESPANYOL 1 - LEVANTE 0
Espanyol: Kameni; Zabaleta, Jarque, Torrejón, David García; Ángel (Lacruz, m. 91), Moisés Hurtado; Valdo (Lola, m. 77), Corominas, Moha (De la Peña, m. 66); y Tamudo. No utilizados: Lafuente; Chica, Jonathan y Rufete.
Levante: Storari; Descarga, Cirillo, Álvaro, Serrano, Courtois (Geijo, m. 83); Riga, Tomasi (Ettien, m. 68), Fuego, Juanma (Berson, m. 56); y Riganó. No utilizados: Kujovic; David, Rubiales y Viqueira.
Gol: 1-0. M. 8. Moha centra, Jarque cabecea, rechaza Storari y Jarque remacha.
Árbitro: Undiano Mallenco. Mostró la tarjeta amarilla a Serrano, Fuego y Valdo.
Estadio olímpico Lluís Companys: 10.900 espectadores.
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Superpoblada la medular y con un solo futbolista en la punta de ataque, el Levante no engañó a nadie con su marcada apuesta, tan defensiva como simplona. El equipo jugó siempre con diez hombres por detrás de la pelota. Por mucho que el Levante se desplegara escopeteado en los contragolpes, la portería de Kameni resultó una distancia kilométrica e insalvable.
Se le presumía al Espanyol un duelo desabrido por las ausencias de Riera y Luis García, futbolistas que capitalizan el ataque con aires dictatoriales. Pero los sustitutos dieron la talla durante los primeros minutos, el único momento en el que pareció disputarse un partido. Moha incordió por el ala como Corominas se erigió en el punzón blanquiazul. Entre otras cosas, porque el juego de entre líneas que propuso fue tan reconstituyente como desestabilizador.
Imán por definición, la cabeza de Jarque es la que más centros rivales despeja en la Liga. También es un referente en ataque. Lo sabía Moha, que le buscó a la salida de un córner en un centro envenenado, con rosca cerrada. Jarque, libre de marcaje, remató picado, buscando el contrapié de Storari. Reaccionó el portero como lo hizo Jarque, que recogió el rechace para marcar con la izquierda. Desde entonces, ambos contendientes enseñaron la bandera blanca. Por más que De la Peña y el revoltoso Riga se empecinaran en buscar pases imposibles y revitalizar un partido sin pulso.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 16 de diciembre de 2007