Poco se prodigan, pero cuando cada Navidad anuncian su intención de saltar al escenario su concierto se convierte en un hito al que terminan por acudir muchos menos de los que quisieran. De ahí que, muy en su papel de estrella de rock, el cantante Tony Lomba acudiese a saludar a los fans que se habían quedado a las puertas de La Fábrica de Chocolate en repetidas ocasiones a lo largo de la actuación del pasado jueves en Vigo.
Según la versión oficial, Tony Lomba y Elio dos Santos son dos tipos que viven retirados en sus mansiones de Beverly Hills y despilfarran los oropeles de sus carreras, forjadas en bandas como Unión Penosa o Los Tres Sudamaricones, en los casinos de Las Vegas. Separaron sus vidas profesionales después de morir de éxito a raíz de la publicación del disco Pareja de hecho, que pronto cumplirá diez años. Ya sólo se reúnen en galas benéficas y ocasiones especiales, aunque unos pocos afortunados pueden disfrutar de sus apariciones relámpago en cierto bar del barrio vigués del Calvario, su refugio privado. Pero desde hace algunos inviernos vuelven a casa por Navidad para dar un concierto en el que lo dan todo, como esperan sus fans. Más de dos horas y media duró el espectáculo de disfraces, discursos y grandes éxitos.
"Somos impertinentes, pero decimos lo que nos da la gana", proclama el cantante. Ridiculizan a Bunbury, insultan a Leticia Sabater y ensalzan a Alfredo Landa. With or without you de U2 se convierte en Marín sen ti y son capaces de dejar su esperado nuevo single, Bandera, bandera, para el bis. Un paciente Elio a la guitarra sigue al torbellino que se adentra entre el público. El dúo consigue abrir un pasillo en medio de la sala abarrotada hasta el punto de montar varios shows acústicos, ya sin caja de ritmos. "Elio tiene mucha paciencia y yo no tengo sentido del ridículo", medita Lomba.
Si Joaquín Reyes los conociera, serían la banda sonora de su disparatada Muchachada Nui o, al menos, encajarían en la galería de celebridades del programa de televisión que emite La 2. Claro que no habría quien los imitase y la voz desgarrada de Tony tendría que incorporar a su paleta de acentos un deje manchego.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 29 de diciembre de 2007