Centenares de miles de fieles acudieron ayer al entierro de Benazir Bhutto en su ciudad natal en el sur de Pakistán. Fue una marcha fúnebre presidida por el llanto, la desesperación y la cólera contra el presidente paquistaní, Pervez Musharraf, y contra EE UU, al que acusan de respaldar al general. La jornada estuvo marcada por incidentes violentos a lo largo y ancho del país en los que murieron más de 30 personas. El Gobierno paquistaní aseguró ayer que detrás del atentado contra Bhutto se encuentra un dirigente talibán vinculado a Al Qaeda, y que la ex primera ministra murió al golpearse la cabeza por el efecto de la bomba dentro del vehículo en el que viajaba y no por los disparos del terrorista.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 29 de diciembre de 2007