Mal ha empezado 2008 para la Bolsa española. Dos jornadas, dos tropezones significativos. Las cosas parecen más claras que en el resto del continente. Aunque no para bien, sino al contrario. Dos días han bastado para que el mercado español cargue con las mayores pérdidas de Europa.
Ayer, desde que sonó la campana quedó claro que los inversores apostaban por las ventas. El cierre negativo del miércoles de Nueva York animaba a ello. Los malos datos macroeconómicos -una inflación disparada hasta el 4,3% y un aumento de 106.674 personas en el paro registrado- ahondaron en el pesimismo de los parqués. Además, se les unió desde el primer momento el coqueteo continuo que mantiene el petróleo con los 100 dólares por barril.
Por si todo esto no fuera poco, una nueva jornada negra de las inmobiliarias añadió lastre a los parqués. La vuelta de Colonial, que continuó con su particular via crucis iniciado la semana pasada (en tres días ha perdido casi la mitad de su valor, de 3,02 euros por título a 1,63), arrastró a los demás valores del sector y les llevó a liderar los números rojos, se escapó Sacyr, que encabezó las ganancias.
Las inmobiliarias contaron con la inestimable colaboración de Telefónica, que este año no parece dispuesta a echarse la Bolsa española a la espalda como hiciera en 2007.
Con estos mimbres, el Ibex cerró por debajo de los 15.000 puntos, al perder un 0,95%. Con él, el resto de índices españoles sin excepción. En esta ocasión, no sirvió que Wall Street abriera la sesión con ganancias para atenuar la caída.
En Europa, no hubo tanta claridad. La mayoría acompañaron a la Bolsa española en su caída, lideradas por el mercado suizo (-1,95%). Pero hubo mercados en los que dominaron los números verdes. Fue el caso del FTSE 100 de Londres, que en la segunda sesión del año recuperó lo perdido en la primera, y, por el momento, se sitúa como la única Bolsa europea con un saldo anual positivo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 4 de enero de 2008