"Las cosas en su sitio, y cada uno en su sitio". Así resumió el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, su visión del conflicto con el Ejecutivo que entrañó las intervenciones de los arzobispos Antonio María Rouco y Agustín García-Gasco el pasado 30 de diciembre en Madrid, en las que acusaron al Gabinete de "disolver la democracia" por la legislación sobre el divorcio, aborto y el matrimonio homosexual. La novedad es que lo hizo dirigiéndose al Nuncio del Vaticano en España, Manuel Monteiro, al que identificó entre los asistentes al foro Nueva Economía.
En un tono distendido, Zapatero le dijo que aceptaba la invitación pendiente para tomar un caldo en la Nunciatura y le adelantó que, pese a las tensiones de estos días, se mantendrán los acuerdos entre el Estado y la Iglesia. En todo caso, aclaró que fueron los cardenales los que lanzaron el ataque al Gobierno, "justo entre la Navidad y la Epifanía", y que "no se puede pedir a los socialistas que se callen cuando escuchan críticas tan exageradas".
El presidente del Gobierno mantuvo un tono distendido en el coloquio, en el que anunció que ante las elecciones generales, que se celebrarán dentro de dos meses, "sale a ganar, y con una mayoría aún más amplia", a Mariano Rajoy, "sin plantearse coaliciones".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 10 de enero de 2008