Corrían los 80 y una película de éxito mostraba al mundo cuánto costaba obtener la fama. Hoy, a pesar de que en la sociedad actual hay quien alcanza la notoriedad pública con argumentos poco consistentes, el discurso de aquel filme reconvertido en serie de televisión sigue enganchando a miles de adeptos. Quizá por eso, bajo la estela del primer Gran Hermano, nuestras pantallas acogen estos días un espectáculo televisivo que sigue los parámetros de aquella película en la que a los bailarines les costaba sudor y lágrimas obtener el éxito. Quizá por eso Fama, el Musical está representándose en tanto países y lenguas diferentes. Le ha tocado el turno a Valencia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 11 de enero de 2008