Los promotores del complejo de juego Gran Scala que pretenden levantar en Monegros aseguran que será un proyecto sostenible, y los indecisos dicen que lo apoyarán, siempre que sea sostenible. Faltaría más. Pero esas afirmaciones y esos condicionantes son una falacia.
Puede que utilicen energías limpias, que reutilicen el agua y que las ruletas sean de material reciclable. Pero un proyecto con 32 casinos y miles de tragaperras no puede ser sostenible.
La sostenibilidad no es sólo cuidar los recursos ambientales, respetar los árboles y proteger a los pajarillos. Es, sobre todo, defender el recurso natural más importante del planeta: el ser humano. Y un proyecto que incita al juego de azar, que atrae drogas y prostitución y que sirve para blanquear dinero negro de las mafias es sencillamente insostenible. No puede ser sostenible algo que choca con la cultura de la gente, con su historia y sus costumbres, que destroza un entorno rico, duro y hermoso, que rompe la quietud y el silencio de un paisaje espectacular. Hay otras formas de llenar de vida las tierras y las gentes de Monegros.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 11 de enero de 2008