Escribo esta carta en relación con el reportaje publicado el pasado domingo titulado Devueltos al orfanato.
Cuando unos padres que tienen un hijo, sea biológico sea adoptado, deciden que no pueden o no quieren seguir ejerciendo su paternidad, al hijo no se le "devuelve", se le abandona. Un hijo adoptado no es una camisa que puedas devolver si no te gusta. No estoy entrando a valorar las razones por las que una persona decide que no puede seguir asumiendo su paternidad o su maternidad, pero si tenemos un hijo adoptado es tan nuestro como si lo hubiéramos parido y, por tanto, no creo que, si renunciamos a él, debamos hablar de "devolución".
Asegura Miguel Góngora que "no hay altruismo en la adopción, sino egoísmo elevado". Ni una cosa ni otra: hay ganas de tener un hijo, de ser padres y madres. ¿Cuando hablamos de maternidad biológica, hablamos de altruismo o de egoísmo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 13 de enero de 2008