"¡No pasarán! ¡No pasarán!". El famoso grito de la Guerra Civil resonaba en la noche del sábado en el aeropuerto de Ezeiza, el principal de Argentina, cuando cientos de viajeros hastiados de deambular por las instalaciones buscando una solución a sus vuelos cancelados decidieron doblar la apuesta e impidieron a miles de otros pasajeros el acceso a las puertas de embarque.
"¡No pasarán!", gritaban pasajeros amotinados que impedían el acceso
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Para ese momento Ezeiza ya llevaba 48 horas de caos motivadas por dos paros programados, la cancelación de todos los vuelos de Aerolíneas Argentinas -propiedad del grupo español Marsans- y una huelga salvaje de personal en los mostradores. Mientras, en la puerta los encargados de envolver la maleta seguían preguntando a los viajeros "¿Le pongo doble plástico? Se lo recomiendo, aquí hay mucho chorro
y es más difícil que le abran la maleta". Proclamado como el mejor aeropuerto de Suramérica en 2005, Ezeiza vive desde entonces de manera casi constante una serie de situaciones difíciles de creer para los pasajeros poco habituales. Como los cerca de 200 ciudadanos españoles atrapados ayer horas en una sala de embarque. Formaban parte del pasaje de dos vuelos con destino a España, el primero de los cuales finalmente partió a las 10.30 de la mañana, hora española. Funcionarios de la Embajada de España mantuvieron contacto telefónico con los pasajeros desde el viernes. Javier, un ingeniero natural de Madrid, calificó la situación de "increíble". "La desinformación es total y la gente está muy caliente", subrayó. La última crisis se desencadenó el viernes cuando una huelga de personal de manejo de equipajes combinada con otra de pilotos forzaron a Aerolíneas Argentinas a retrasar todos sus vuelos al extranjero. Los ánimos de los viajeros, a los que no se ofreció explicación ni alternativa, se encresparon. Muchos habían dormido en el suelo, llevaban retrasos de hasta 50 horas y otros ni siquiera sabían dónde estaban sus maletas. Tras un altercado, el personal de Aerolíneas en los mostradores decidió retirarse y forzar la paralización total de las operaciones. La medida no es nueva y ya se ha realizado antes en el pequeño aeropuerto porteño de Aeroparque, que sirve a vuelos domésticos. Pero los viajeros tomaron la iniciativa y secundados por los locales se tomaron la justicia por su mano. En medio de gritos se produjeron enfrentamientos con los guardias de seguridad, destrozos en mostradores, rotura de cristales, el bloqueo del acceso a las puertas de embarque y cancelaciones de vuelos. Aerolíneas Argentinas tenía unos 5.000 pasajeros atrapados en el aeropuerto y las demás compañías, en conjunto, a algunos miles más. Cuando un portavoz de Aerolíneas se dirigió a un grupo de pasajeros resultó agredido. La tensión se trasladó al hall, donde algunos pasajeros se enzarzaron en peleas entre ellos. Tras una noche tensa, las autoridades del aeropuerto aseguraron ayer que la situación se estaba normalizando, aunque seguían siendo visibles largas filas de pasajeros aguardando su turno para facturar. En Ezeiza la situación vivida este fin de semana, aunque sin llegar a tanta tensión, se repite con cierta frecuencia y los retrasos y cancelaciones son algo cotidiano.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 14 de enero de 2008