Lo que realmente me preocupa es que se persiga a las mujeres que han decidido abortar, como si de vulgares delincuentes se tratara. La mujer debe tener el derecho a decidir libremente, y debe poder hacerlo sin tener que dar cuentas a nadie, más que a ella misma. Un aborto siempre representa un fracaso, siempre resulta traumático.
No alcanzo a comprender cómo alguien puede imaginar que tomar una decisión de este tipo pueda hacerse de manera banal. Tomar una decisión de esta envergadura no es tarea fácil para ninguna mujer, para ninguna pareja. Bastante dramático puede resultar, como para que algunos pretendan añadir más leña al fuego del dolor y de la culpabilidad que puede perseguirles durante el resto de sus días.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 14 de enero de 2008