Rubén Olmo (Sevilla, 1980) dio su salto a la coreografía con Belmonte hace algo más de dos temporadas, una obra llena de intensidad que daba pistas sobre sus ambiciones escénicas y talento, paseado ya con éxito por la Península.
Ahora, tras un serio trabajo de búsqueda y dramaturgia, estrena Pinocchio, basado en el libro de Colodi y donde se mezclan el ballet flamenco, el clásico español y las técnicas más audaces de la expresión contemporánea, y que sirve de homenaje en el 125º aniversario del autor italiano.
Pinocchio ha sido coreografiado muchas veces. Recientemente se han visto las versiones del ruso Borís Eifman y las del inglés Will Tuckett en el Royal Opera House de Londres. Olmo dice: "Yo he preferido no ver ninguna, sumergirme en la historia y buscar mis propias claves. Apenas leí el libro la primera vez, me sugirió la obra de danza", cuenta. "Había recibido un ofrecimiento de la Asociación de Desarrollo del Flamenco de hacer un espectáculo infantil y enseguida me puse a ello".
Aunque la historia de este Pinocho, con una duración de hora y media sin intermedio, está enfocada para los pequeños, Rubén tiene claro que también es para adultos: "Mi idea es que los niños acompañen a los padres al teatro". En Pinocchio, con siete bailarines además del protagonista, que es el propio Olmo, "hay un fondo romántico y humanista que debe respetarse. Yo lo he intentado con un ballet que es mixto, con todos los vocabularios expresivos", dice el autor.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 16 de enero de 2008