La falta de médicos de nuestro sistema sanitario es un problema que ya desde hace años era fácilmente previsible; un alto porcentaje de profesionales próximos a la jubilación, los jóvenes en fuga para trabajar más dignamente en otros países y la creciente demanda asistencial que no cesará. Parece que ahora comienza a hacerse evidente y las instituciones responsables buscan soluciones: como aumentar las plazas universitarias o contratar médicos extranjeros, soluciones que no dejan de ser caras y poco efectivas a corto plazo.
Soy especialista en traumatología en un hospital del Imsalud, y mi mayor frustración es que buena parte de mi trabajo no tiene relación con aquello para lo que me he formado y por lo que se supone me han contratado. Al igual que la mayoría de mis compañeros, me veo invadido por labores administrativas y de diversa índole, que nada tienen que ver con la medicina y que en ocasiones incluso entorpecen mi trabajo, que debiera ser atender al paciente y procurar diagnosticar y tratar su dolencia. Cuando la organización de este complejo sistema nos facilite hacer medicina durante toda nuestra jornada laboral, se resolverán éste y otros problemas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 19 de enero de 2008