María de las Mercedes Larrea está encantada de la vida. Ya no hay telón. Desde su salón divisa de nuevo la puerta blanca de la iglesia del Corazón de María, la misma que ha visto durante 30 años por su ventana. A esta vecina de la calle del Marqués de Urquijo un pantallazo de publicidad le dejó sin sus vistas de la noche a la mañana.
"Esto se ha quedado sin vida", explicaba la mujer a EL PAÍS el pasado noviembre. Mandó una carta de protesta al Ayuntamiento de Madrid, que en octubre comenzó la instalación de los 200 primeros chirimbolos de publicidad de los 900 previstos por toda la ciudad. Dos meses después de su misiva, la luz vuelve a invadir la casa de la mujer, que ayer se deshacía en agradecimientos.
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Tras estudiar las quejas presentadas por los vecinos de Madrid contra los soportes publicitarios, el Ayuntamiento ha empezado a retirar los más polémicos, aunque no los elimina para siempre. Los chirimbolos se mudan. De una calle a otra. Desde el área municipal de Medio Ambiente no
aclararon ayer dónde quedará el de María Mercedes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 22 de enero de 2008