Atraída desde siempre por las carreras de ciencias, Miriam Cano, de 29 años, escogió Arquitectura por el plus de creatividad de la titulación y porque la veía "un poco más de mujeres". Ese razonamiento parece haber calado en la profesión, históricamente de hombres: el 49,3% de las tituladas el curso pasado en la Politécnica de Valencia fueron mujeres. Sin antecedentes familiares en una titulación de linaje en muchas ocasiones, es consciente de que una vez sales de la universidad, siendo mujer hay que demostrar más en un mundo laboral copado todavía por hombres. "No hablaría de discriminación, pero especialmente en la obra, si eres joven, y además mujer, tienes que saber imponerte, porque aunque lleves pantalones, te ven con falda, y a los operarios siempre se les escapa algún comentario", dice, de lo que le han contado colegas aparejadoras. Pero esos comentarios no le amilanan: en un mes cambiará el estudio en el que trabaja por el día a día a pie de obra. "Para mí, como mujer, es un reto. Pero considero que todo arquitecto debe de conocer el funcionamiento de una obra desde el principio al final".
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 25 de enero de 2008