Dice el artículo 14 de la Constitución Española que todos somos iguales ante ley. En la práctica, nuestra Carta Magna parece un buen modelo de ficción, lo cual resulta vergonzoso y frustrante al comprobar que siempre hubo clases y clases, puestas de manifiesto en la concesión de las becas de excelencia académica de la Comunidad de Madrid.
Soy estudiante de Geografía en la Universidad Complutense y mi calificación media del curso pasado es de 9,47 con seis matrículas de honor. No me ha sido concedida la beca porque los alumnos de Medicina, Ingenierías y Dobles Titulaciones tienen un baremo distinto del grupo de "otros estudiantes universitarios" al cual pertenezco.
Así, y por arte de birlibirloque, un estudiante del primer colectivo con calificaciones entre menos de 8,5 y 9 de media, tiene a efectos de beca un 10, mientras que al resto no se nos aplica baremo complementario alguno, aspecto que rebasa la igualdad constitucional.
Y así ha ocurrido. El 95% de las becas para estudiantes universitarios se han destinado a estudiantes del primer colectivo. Llegados a este punto cabe preguntarse, ¿es esa manera de premiar la excelencia? ¿A los que tienen expedientes más bajos sí, y a los que los tenemos más altos no, según el pedigrí de nuestros estudios.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 25 de enero de 2008