Sylvester Stallone es un pacifista convencido. Lo que pasa es que se expresa a golpe de metralleta. Con esta filosofía promocionó ayer el musculoso actor en el estadio Santiago Bernabéu, de Madrid, la cuarta entrega de Rambo, que además de protagonizar dirige y escribe con más sangre que en las anteriores.
Según calcula la prensa británica, la progresión de cadáveres ha sido espectacular: uno en Acorralado, 69 en Rambo II, 132 en Rambo III y 236 en este John Rambo (tres muertos por minuto), que llega a las pantallas el próximo 1 de febrero. "No me da miedo que me tachen de violento. Quiero que la gente vea cómo es una guerra en realidad: te disparan y tu cuerpo explota. No es como en las películas suaves de Hollywood. Mientras hablamos, miles de jóvenes mueren en Birmania", argumentó el actor, de 61 años, asiduo a dietas de crecimiento que le mantienen un cuerpo acorde con el personaje. Curiosamente, el compromiso moral de Stallone con los derechos humanos en Birmania (Myanmar) no es extensible a la invasión de EE UU en Irak o con los presos de Guantánamo. Y proclama su apoyo al ex marine y candidato republicano a la Casa Blanca, John McCain.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 29 de enero de 2008