Frecuentemente, los que discrepamos sobre el proyecto de Gran Scala somos acusados de no tener los pies en la tierra. De ser, una vez más, los que, como siempre también, nos atrincheramos en posturas conservacionistas y reaccionarias ante el progreso. Y es cierto. Son otros y no nosotros los que han afianzado fuertemente sus pies en las tierras monegrinas. Y el prototipo de progreso que ofrecen nos produce desconfianza y rechazo.
La espiral especuladora dispara el valor de la tierra hasta 30.000 euros la hectárea que antes se pagaba entre 1.500 y 2.500. Este mismo desajuste del precio de la tierra provocó el rechazo del mismo proyecto en Dubai. Cinco parques temáticos, 1 campo de golf, 31 casinos y 70 hoteles es la propuesta de los promotores, pero todavía no hemos escuchado si los hipotéticos puestos de trabajo contarán con las mismas condiciones laborales que las de los trabajadores de Las Vegas, en cuyo caso hablamos de trabajo precario no cualificado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 29 de enero de 2008