Dentro de la gama de políticos españoles los hay de todas las clases: más educados, menos educados; más mentirosos, menos mentirosos. Se tiran los trastos a la cabeza -sólo verbalmente, eso sí-. Pero podemos presumir de una correcta diplomacia desde el más demócrata al más radical, sean del color que sean. El comportamiento de todos ellos da gusto verlo en las discusiones parlamentarias cuando actúan dentro del hemiciclo. Pues nunca terminan a patadas, mordiscos, bofetadas o puñetazos, como se ven en otros Parlamentos democráticos como son los políticos italianos, mexicanos o japoneses. Por citar algunos más recientes, que hay muchos más que han terminado de esa manera.
En este sentido, si hubiera que calificar y poner puntuación a nuestros políticos en general sobre este comportamiento en las Cortes Generales, yo les daría un notable.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 31 de enero de 2008