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CARTAS AL DIRECTOR

Campaña electoral

¿Qué pasa en este país que a un mes de las elecciones generales nos mostramos más interesados por el duelo Obama-Hillary Clinton que por la campaña electoral para la elección de nuestro futuro presidente?

La razón -no la única- no puede radicar en el hecho de que el destino de Estados Unidos sea el destino del mundo en general. Más bien habría que buscarla en la mediocridad tanto de nuestra clase política en general, como del proceso electoral en sí.

Año tras año, o más bien campaña tras campaña, siempre es más de lo mismo: discursos aburridos alejados de los temas de interés, adoctrinamiento del ciudadano en lugar de crítica razonada, descalificaciones personales, mítines uno tras otro pero todos iguales, en los que el guión está previsto hasta en los detalles más insignificantes, en lugar de debates abiertos, y así un largo etcétera.

Pese a todo, el ciudadano, que es infinitamente más listo de lo que el político cree, al final irá a votar, pero no porque le hayan convencido, sino porque tiene que elegir entre una alternativa mala y otra peor.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 7 de febrero de 2008