La presentación, anoche, del libro Els anys difícils del teatre català. Memòria crítica (Arola Editors) se convirtió en un emotivo homenaje a su autor, el crítico teatral Gonzalo Pérez de Olaguer, y el espacio que la acogió, la mítica Cúpula Venus, en un tumulto de gente vinculada a la profesión, de amigos, como dijo Pérez de Olaguer al finalizar su entrañable y entrecortado discurso. El evento, presidido por José Montilla, presidente de la Generalitat -que llegó algo tarde, como reprobó irónicamente el también crítico Joan-Anton Benach, responsable de uno de los prólogos del libro-, acabó en una fiesta con confeti y catering para todos los asistentes, entre los que destacaban los directores del Teatre Nacional de Catalunya (Sergi Belbel), del Lliure (Àlex Rigola), del Español de Madrid (Mario Gas) y del Romea (Calixto Bieito); el empresario de Focus, Daniel Martínez; los actores Enric Majó, Imma Colomer, Carme Sansa y Carles Sans; la vedette cómica La Maña, y el cantante Loquillo, por su altura.
Carmen Tierz, directora de la revista Teatre BCN, en la que han aparecido publicadas en los últimos años las crónicas teatrales de Pérez de Olaguer, que son las que recoge el libro junto con abundante documentación gráfica de los años sesenta y setenta, presentó el acto y recogió uno de los muchos agradecimientos del crítico. El primero, sin embargo, fue para Montilla, quien, llegado su turno, lamentó que el libro sea tan barcelonés y recordó algunas compañías amateurs que él había visto de joven en Cornellà. "Siempre he sido periférico", señaló con humor. El discurso más elocuente y simpático fue el de Benach, que acabó abrazado a su colega y amigo entre los aplausos de los asistentes.
Tras la presentación del libro, un par de sorpresas: un vídeo al son del popular tema 'One', de A chorus line, recogía fotografías de Gonzalo Pérez de Olaguer junto a algunos actores, directores escénicos y amigos que le han acompañado a lo largo de su dilatada trayectoria profesional. Y seguidamente, una versión catalana de My way hecha a medida para la ocasión que fue seguida y cantada a modo de karaoke por todos los asistentes. Fue una velada teatral de lo más emotiva y festiva, de las que no se dan ni en los grandes estrenos, dedicada a un hombre de teatro.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 12 de febrero de 2008