Por fuera tiene la pinta de un solar industrial cualquiera. Por dentro es un patio de tierra descubierto. Las piezas de automóvil esparcidas por todas partes y los coches desvencijados apuntan a que aquí se dedican al desguace de automóviles.
El propietario del negocio se hace llamar Correa y arrienda el solar desde hace ocho meses. Paga 1.000 euros al mes. A veces, "si algún amigo lo necesita", también repara coches. "El negocio es mío", alardea, apoyado en la grúa que usa para mover los coches y que un día perteneció a la flota municipal.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 14 de febrero de 2008