Tres activistas de Greenpeace se colgaron ayer de la incineradora de San Reus (Palma de Mallorca) para denunciar los daños de la quema de basura para el entorno y la salud. Forzaron así una reunión con el Ejecutivo de la isla, según el cual la incineradora "mantiene las emisiones muy por debajo de las máximas permitidas por la UE".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 19 de febrero de 2008