Fidel Castro se marcha a los 81 años. Abandona en vida y por decisión propia el ejercicio formal del poder, lo que no significa que su influencia política vaya a desaparecer.
Ha sido su frágil estado de salud, que le ha impedido aparecer en público en los últimos 19 meses, lo que le ha llevado a anunciar lo que muchos cubanos creían imposible, la renuncia a la presidencia de los Consejos de Estado y de Ministros y también al grado simbólico de comandante en jefe.
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Tras 49 años de ejercicio ininterrumpido del poder, desde el próximo domingo será simplemente el compañero Fidel. Pero un compañero importante. La renuncia abre una nueva etapa política en la isla, previsiblemente marcada por el inmovilismo político y la apertura económica que exigen los cubanos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 20 de febrero de 2008