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Análisis:ELECCIONES 2008 | Campaña electoral

A qué van a Madrid

Tras conseguir ocho diputados en las legislativas de 2004, ERC se planteó el objetivo de sustituir a CiU en el papel de lobby catalán en el Congreso. Aquel empeño se saldó con un rotundo fracaso y tuvo que ser abandonado a media legislatura sin que CiU lograra, no obstante, recuperar su antigua función. Uno de los aspectos más interesantes de la presente campaña electoral es que CiU se la plantea como una oportunidad para ocupar de nuevo su viejo rol, mientras que ERC renuncia a disputárselo.

Los republicanos comprobaron muy pronto, en enero de 2005, que una cosa es ser bisagra en el Parlamento catalán y otra muy distinta serlo en las Cortes españolas. En las Cortes un partido independentista catalán queda inevitablemente situado en un extremo, una posición que le inhabilita de raíz para formar parte de mayorías de gobierno en España. ¿Cómo va a gobernar un país una fuerza que desea romperlo?

Llegados a este convencimiento, los republicanos han optado por ser plenamente coherentes con su situación. Desde el primer cartel, desde el primer mitin del primer día, Esquerra pone por delante la palabra independencia. Cada día queda un día menos para la hora soñada, dicen.

Quizá este planteamiento permita a Esquerra defender su espacio electoral más genuino frente a eventuales fugas de voto hacia otras ofertas. Puede que los guiños soberanistas de una parte de CiU sean suficientes para algunos electores. Hay votantes que desean fervientemente que alguien les diga lo que les gusta, aunque sean medias verdades o incluso mentiras.

Pero al día siguiente de las elecciones, con los escaños ya repartidos, el problema de ERC será qué hacer con la palabra independencia en las Cortes. La cruda realidad es que allí sirve para muy poco. Allí se hacen otras cosas, además de propaganda. De los demás partidos catalanes está bastante claro a qué van a Madrid. Mejor dicho, a qué quieren ir, porque otra cosa es que lo consigan. Los socialistas quieren ir a gobernar España y no lo ocultan. Lo mismo sucede con el PP. La tradición de CiU era ir a Madrid a recoger lo que se pueda en beneficio de su posición en Cataluña, que era la de partido de gobierno. Ahora aspira a una carambola consistente en recuperar las dos cosas a la vez. Iniciativa Verds-Esquerra Unida proclama tan alto como puede que quiere decantar a la izquierda la mayoría de gobierno en España.

En el caso de ERC, sin embargo, no queda muy claro qué quiere hacer en Madrid. El recurso a la palabra independencia no llena el hueco dejado por el objetivo perdido en 2005. Lo que era posible como federalistas en la década de 1930, gobernar, no lo es como independentistas. No se puede ni ser lobby.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 26 de febrero de 2008