La victoria de la democristiana CDU en las elecciones al Parlamento de Hamburgo el pasado domingo no sorprendió a nadie, pero los resultados terminaron de sacudir el panorama político alemán. El partido La Izquierda, fundado el pasado verano por los ex comunistas del este y una escisión del socialdemócrata SPD liderada por Oskar Lafontaine en el oeste, afianzó su nuevo peso político. Con Hamburgo, donde logró el 6,4% de los votos, ya ha obtenido escaños en cuatro Estados federados del oeste.
Apenas un mes después del varapalo al candidato Roland Koch en Hesse, la pérdida de la mayoría absoluta en Hamburgo es un nuevo golpe para los democristianos de Angela Merkel, que se enfrentan a una complicada formación de Gobierno. El partido liberal FDP, socio predilecto de la CDU, no logró entrar en el Parlamento. El alcalde, Ole von Beust, se enfrenta al dilema de reeditar la gran coalición entre democristianos y socialdemócratas que gobierna Alemania o ganarse como socios a Los Verdes. Beust se inclina por la segunda opción: lo primero que hizo tras los comicios fue viajar a Berlín a recibir la bendición de Merkel. La obtuvo.
Impensable hace sólo una década, una coalición entre democristianos y ecologistas en Hamburgo sería la primera en gobernar un Estado federado. Hasta ahora, verdes y negros (color que tradicionalmente identifica a los democristianos) han llegado a pactos por algunas alcaldías.
Este jueves se reunirán Los Verdes de Hamburgo para debatir sus pérdidas de casi tres puntos. Las bases tendrán ocasión de pronunciarse sobre las posibilidades de un acuerdo con los democristianos. El SPD confiaba ayer en el fracaso de las conversaciones y apostaba en firme por una gran coalición.
La campaña por Hamburgo giró en sus últimos días en torno a las relaciones entre los otros dos partidos. El SPD había asegurado durante la campaña que no negociaría con La Izquierda. Pero su presidente, Kurt Beck, sugirió la semana pasada la posibilidad de que su partido pacte con La Izquierda la elección de la socialdemócrata Andrea Ypsilanti como primera ministra de Hesse. Las declaraciones de Beck causaron serias tensiones entre los socialdemócratas, a las que Beck se sobrepuso con dificultades.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 26 de febrero de 2008