"Los abuelos no son un negocio". Éste fue uno de los lemas que se corearon en la manifestación que tuvo lugar la semana pasada y en la que auxiliares de geriatría y otros colectivos relacionados con su trabajo expresaron sus reivindicaciones laborales. Y es que estos profesionales, en su mayoría mujeres de mediana edad y/o inmigrantes, trabajan en unas condiciones precarias, con contratos de risa. Las residencias, además, disponen de escasos recursos humanos y materiales, con la explotación laboral que eso supone para los trabajadores cuya preparación no siempre es la adecuada. No deberíamos dejar a los abuelos en manos de empresas privadas con ánimo de lucro y sin escrúpulos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 26 de febrero de 2008