"No era yo, ese era otra persona. Se me cruzaron los cables y los maté", declaró ayer ante el tribunal José María Macià, de 38 años, procesado por el asesinato a martillazos de su mujer, de 34 años, y sus dos hijos, de seis y dos años. El fiscal pide para él 60 años de cárcel. Macià justificó el brutal ataque a su familia "para que no sufriera" por su adicción a las drogas. Más adelante declaró que, tras el crimen, no se suicidó "porque es de cobardes" y volvió a manifestar su intención de llevar una vida cristiana.
Los crímenes se produjeron en la madrugada del 13 de abril de 2005, cuando el acusado, tras salir de su trabajo como albañil en la pedanía alicantina de Villafranqueza, se fue de juerga junto a un compañero con el que consumió alcohol y cocaína. A continuación, según el fiscal, condujo el camión de la empresa hasta su casa en la calle de Pablo Picasso, en el barrio del Pla en Elche. Una vez allí, y tras coger una maza con empuñadura de metal que utilizaba para su oficio, subió hasta su domicilio y entró en la habitación donde dormían su mujer Teresa y sus dos hijos, los mató a golpes, y siguió de fiesta hasta su arresto.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 27 de febrero de 2008