Un político que murió con las botas puestas
Ha fallecido mi amigo, mi hermano, mi compañero de fatigas. Cuando el teléfono sonó ayer para comunicarme que Rogelio Baón había fallecido, la tristeza recorrió mi cuerpo y no pude contener las lágrimas. En plena campaña, tuve que subir a un atril en Ponferrada, un lugar que él adoraba, quería, admiraba, para hablar de nuestras ideas, de nuestras propuestas y, pese a la alegría que significa una campaña, ayer me flaqueaban las fuerzas. Fue sentido el minuto de silencio que se guardó en el mitin en su honor, ayer todas mis palabras estaban dirigidas al cielo, dirigidas a él.