Si hay una cara que el público italiano asocie con el espíritu ruidoso, complejo y subido de insultos que ha caracterizado la lucha política durante la II República italiana, esa cara es la de Bruno Vespa. El inefable periodista y presentador, nacido en L'Aquila en 1944, tiene un lugar preferente en la historia de la televisión pública, la RAI, no sólo por la longevidad de su producto, sino por su enorme influencia y repercusión. "Me fui a dormir después de Vespa" es una frase acuñada en Italia desde que éste creó en 1996 el programa diario de debate político, social y, a veces, cultural, llamado Porta a Porta, que hoy se mantiene como el primer día, siempre en horario estelar y sin perder audiencia.
Periodista precoz y escritor compulsivo de libros de éxito -es autor de una Historia de Italia desde Mussolini a Berlusconi-, Vespa es un personaje tan odiado como amado. Le han llamado fascista y pelota, virtuoso y maestro; se ha afirmado que es hijo natural de Benito Mussolini (aunque él lo desmintió categóricamente). De su programa se ha dicho que es bazofia pura, frivolidad absoluta y obra de arte. El caso es que gobernara Prodi o Berlusconi, reinara el papa Wojtyla o el papa Ratzinger, Vespa siempre estaba allí, sonriente y ufano, ágil y sobreactuado, abriendo las dos puertas de su plató (de ahí el título) a políticos, empresarios, periodistas y, se hablara de lo que se hablara, una o mejor dos damas de buen ver.
Con esa fórmula capaz de agotar a cualquiera, Porta a Porta cumplió mil programas en junio de 2005. Su momento de gloria fue sin duda en 1998, durante el programa conmemorativo del vigésimo aniversario del pontificado de Juan Pablo II, cuando el Papa en persona cogió el teléfono, llamó e intervino en directo. El día de la muerte de Wojtyla, Vespa, al pie del cañón, apenas podía articular palabra.
Lógicamente, en 11 años ha habido momentos malos. El peor, quizá, en 2005, cuando una conversación telefónica con el portavoz de Gianfranco Fini fue interceptada por orden de un fiscal y la grabación salió a la luz. "Se lo confeccionamos a su gusto", afirmaba Vespa, refiriéndose al programa dedicado al líder de Alianza Nacional.
Pero la vespa de Bruno no se quema fácilmente. "Soy el único moderado que ha conseguido estar en el aire tanto tiempo", dice él. ¿El secreto? Según Curzio Maltese, Vespa está "siempre a favor de cualquier poderoso que reciba en su salón, político o industrial, editorial o del espectáculo. Cuanto mayor es el poder, mejor es el show. Y si es grandísimo poder, y están todos los sectores citados, entonces Vespa toca lo sublime".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 2 de marzo de 2008