Primero en Estados Unidos, después en Europa (como casi siempre y casi todo), los partidos cayeron en la cuenta de que el voto del inmigrante puede ser decisivo en la inclinación final de la balanza de los votos. En esta campaña hemos visto y oído de todo al respecto. Amnistía Internacional nos recordó hace unas semanas de la existencia en Naciones Unidas de un Convenio Internacional para la Protección de los Trabajadores Migratorios y sus Familias esperando ser ratificado desde que fue adoptado en 1990 por la ONU, hace ya 18 años. Habría que saber que España, entre otras muchas potencias económicas, todavía no lo ha hecho. Yo no he oído a nuestros candidatos en sus vociferadas polémicas sobre inmigración pronunciarse al respecto. ¿Pensarán dejarlo dormir 20 años más?
Qué ingratitud, sobre todo cuando se es uno de esos países que gracias a estos movimientos migratorios de trabajadores salió de una crisis y después mejoró e incrementó su nivel económico y con ello el de todos (según dicen). Dispútense al emigrante, pero al menos sean agradecidos, es de justicia. Y firmen ya.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 6 de marzo de 2008