¡Aleluya! Aprovechando que la Iglesia católica acaba de reconocer como pecado el hecho de enriquecerse "excesivamente", sugiero a quienes detenten las próximas carteras de Hacienda y de Trabajo que aprovechen la ocasión para poner junto a cada confesionario sendas mesitas, con sus correspondientes funcionarios ad hoc. Así, Hacienda podrá recaudar los excedentes pecaminosos que se vayan fijando en las penitencias impuestas a los ricos, y Trabajo aprovechar, a su vez, las penitencias impuestas a los tiburones del ladrillo para ir recolocando a los parados víctimas del fin del boom inmobiliario. Amén.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 16 de marzo de 2008