Una familia que se dedicaba a robar en perfumerías planeaba muy bien sus hurtos. Mientras los dos varones se quedaban fuera de la tienda, preparando la huida, una de las mujeres entretenía a las dependientas, a la vez que su compinche ocultaba en el doble fondo de su bolso -forrado de papel de aluminio para inhibir los sistemas de seguridad- los perfumes, según informó ayer la Guardia Civil. Luego los revendían entre sus conocidos.
En ocasiones también acudía un menor, hijo de una de las parejas, para vigilar fuera del local. La detención se produjo gracias a que una dependienta facilitó la matrícula del Mercedes que usaban. Les han sido imputados siete robos en la región, aunque la policía no descarta más.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 18 de marzo de 2008