Produce sorpresa advertir la satisfacción mostrada por Greenspan en la fotografía que acompaña el artículo con su análisis sobre la gravísima crisis actual. Durante su mandato -y en consonancia con las políticas liberalizadoras fomentadas por el señor Bush, y tantos otros en su estela- se produjo la derogación de los mecanismos de control que habían impedido hasta aquella fecha la realización de operaciones de riesgo como las que hoy, por acción en cascada, aquejan la economía mundial.
Paul Krugman, y muchos otros, llevan razón en la crítica. La situación actual era, a medio plazo, previsible -no su extrema gravedad-. Lo que resulta auténticamente inquietante es que el propio mercado financiero no haya descontado a tiempo el efecto de la crisis. No se ha producido ninguna alerta que permitiese aplicar medidas correctoras.
Volviendo a Greenspan, el haber alentado a excitar un ánimo de lucro desmesurado que da estos resultados postreros, cercano a la rapiña pura y simple, le resta credibilidad al vaticinar hoy la imposibilidad de "anticipar crisis futuras con ningún grado de confianza". Es urgente y necesario exigir un mayor grado de atención, previsión y prudencia a las autoridades.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 23 de marzo de 2008