Cada fin de semana, o después de vacaciones oigo por los medios de comunicación cómo facilitan a la audiencia el número de muertos que se han producido a causa de los accidentes de tráfico. Como madre de una hija que sufrió hace 20 años un traumatismo craneoencefálico por este motivo, que la sumió en un coma de 15 días y le ha dejado varias secuelas, me pregunto: ¿la Administración tiene en cuenta a estas personas afectadas?
La muerte de un ser querido es algo que marca para toda la vida, pero muchas de estas personas que sobreviven a los accidentes sufren secuelas con las que tienen que aprender a convivir el resto de sus vidas.
Las secuelas son muchas y variadas, todas ellas altamente invalidantes: paraplejias, afasias, trastornos cognitivos graves, pérdida del equilibrio. Los familiares tienen que hacer punto y aparte en sus vidas y cambiarlas totalmente, hay que enfrentarse a una nueva situación.
Una vez salen del centro hospitalario donde han sido tratados, los familiares tienen que estar pendientes totalmente del traumatizado, seguir terapia de recuperación, adecuar espacios en la vivienda, procurar que se relacione con otras personas, etcétera. Todo esto bajo una desprotección total por parte de la Administración.
Creo que es el momento de pensar en estas personas dependientes, pues hasta ahora son las familias, que uniéndose han creado centros, como TRACE (asociación catalana de traumatismos craneoencefálicos y daño cerebral sobrevenido), donde pueden hacer varias actividades, desde trabajos manuales hasta cuidar de un huerto ecológico. Sería una lástima que por falta de financiación hubiera que cerrarlos, ya que sin la ayuda de la Administración llegará un momento en que las familias no podrán asumir el gasto ni seguir con una tarea tan necesaria.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 27 de marzo de 2008