Ahora que caen unas gotas de lluvia mal repartidas por España se reabre ante la opinión el debate del agua. Me sorprende que a estas alturas de nuestra historia no hayamos sido capaces de exigir a nuestros ineptos políticos una política de infraestructuras aceptable, es decir, invertir el dinero del contribuyente en las cosas que de verdad se necesitan, como por ejemplo una canalización bajo tierra para repartir el agua con conciencia y sentido. Me explico: todos hemos visto el desembalse de agua en los pantanos del País Vasco por riesgo de desbordamiento. ¿No sería lo lógico y solidario canalizar ese agua sobrante a las zonas de España en las que no llueve de una forma regular, dejando de un lado las actitudes nacionalistas que a la gente de a pie no le importan demasiado? Yo creo que sí, pero esas obras no dan votos. Por otro lado, ¿qué pinta un campo de golf en Murcia? Estoy a favor del "sí" a la solidaridad entre comunidades autónomas para el reparto del agua, pero para un uso responsable y no para regar campos de golf en zonas en las que gran parte del año hace un sol abrasador y no suele llover en abundancia. Propongo que los famosos 400 euros, al menos los míos, se inviertan en esas obras que no dan votos pero sí calidad de vida en el futuro desértico de este planeta.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 1 de abril de 2008