¿Qué es la memoria? Es la voz de un hombre de 61 años que recuerda su pasado. Con los ojos cerrados ante el micrófono. "Es el repaso de una infancia y una adolescencia a través de los viajes de un niño junto a su madre y a su padre: un gánster". Así lo ve el escritor estadounidense Barry Gifford (Chicago, 1946). Y así lo afirma con tono intenso, por teléfono desde California, hablando de uno de sus últimos proyectos: el audiolibro Memories from a sinking ship, que presentará viernes y sábado, en Sevilla y Palma de Mallorca, en el Festival Internacional Palabra y Música, muestra de spoken word.
"He tenido la suerte de recordar a mi modo cosas que han desaparecido"
En sus 25 capítulos, el autor revive en primera persona "las aventuras con los personajes del vecindario con nombres como La víbora, el Faraón o Calavera Dorfman". Vuelve a emprender unos viajes iniciáticos por "Illinois, los cayos de Florida, Nueva Orleans". Y compone un universo cinematográfico que a veces recuerda sus colaboraciones con directores como David Lynch o Álex de la Iglesia, para los que escribió los guiones de Carretera perdida, Corazón salvaje y Perdita Durango. Este fin de semana sus palabras fluirán acompañadas de la música del madrileño Miguel Gil Tertre, alias Strand. Sonidos electrónicos y retazos de una existencia que dibujan una novela de formación por excelencia: la odisea del americano contemporáneo.
"Para mí, esta historia es la más importante. Porque es mi propio relato. Las instantáneas de mi vida", cuenta Gifford, quien empezó a rememorar su pasado a finales de los ochenta en libros como Gente nocturna, El padre fantasma y Wyoming. En estos relatos está toda su mitología: la generación beat, las historias y los encuentros que surgen de repente en medio de la carretera, los "amigos" como Jack Kerouac. Sin embargo, a pesar de esta pequeña pero insistente obsesión por "recrear" sus vivencias, Gifford no trata nunca de reflejar una autobiografía totalmente fiel a la realidad. Los personajes son una aproximación literaria. Hombres y mujeres "que van y vuelven. Sombras intermitentes. Un poco como los personajes de Proust. O los de Cervantes", dice segundos antes de soltar una larga carcajada.
Las risas vuelven a entrecortar su voz al preguntarle por Bush, Obama y la situación política de Estados Unidos. "¿De verdad le interesa lo que pienso? Necesitamos un cambio", afirma antes de mencionar como modelo de compromiso al escritor e intelectual afroamericano Cornell West, quien apoya a Barack Obama. "Todo lo que tengo que decir de religión, raza y política está en mis novelas".
Y precisamente de novelas, de literatura, desvinculada de la performance y del cine, hablará Gifford la semana que viene en Madrid. Después de participar en el festival Palabra y Música, el escritor presentará la novela Una puerta al río, publicada por La otra orilla y el poemario Las cuatro reinas, editado por La Fábrica. Se trata de historias en las que vuelve a recuperar el recuerdo como fuente de inspiración.
Estados Unidos de los años cincuenta y sesenta, el siempre vivo espíritu de relatos como En el camino, las atmósferas decadentes e impregnadas de un realismo sucio que evoca a Charles Bukowski... son en realidad el pan cotidiano de Gifford. "¿Qué relación personal tengo con la memoria? Ésta es la pregunta más íntima y complicada... Es algo demasiado subjetivo, una relación que puede cambiar con el tiempo", espeta. "Lo único qué sé es que, por ahora, he tenido la suerte de recordar a mi modo cosas y acontecimientos que, desafortunadamente, han desaparecido. Un pasado y un mundo que ya no existe".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 2 de abril de 2008