El mundo motero quedó asombrado con la carrera que Jorge Lorenzo protagonizó en Qatar, donde cruzó la meta segundo tras Casey Stoner en su debut en MotoGP. La tensión, pese a todo, le provocó un agarrotamiento en los antebrazos, que le dolieron mucho en las últimas vueltas. Lo que no se imaginaba el bicampeón del mundo de dos y medio era que ese dolor se le reproduciría tres semanas después en Jerez. "Pensaba que eran los nervios, no creo que sea un problema físico", dijo Lorenzo. Se equivocaba el motorista, porque las molestias que le sobrevienen sí tienen que ver con la tensión física.
Lo que le ocurre a Lorenzo es algo muy común entre los pilotos. Se conoce como el síndrome compartimental, y es consecuencia de la descomunal presión que deben soportar los brazos cuando están agarrados al semimanillar de sus motos. Debido a esta presión, el músculo crece considerablemente al extremo que llega a oprimir los vasos sanguíneos y los nervios de los brazos. La solución más efectiva pasa por el quirófano, donde el cirujano abre la membrana que recubre el músculo y lo libera.
Por el momento, Lorenzo tratará de evitar la operación. "Esperaremos", asegura Xavier Mir, jefe de traumatología de la Clínica Dexeus, que ayer visitó el piloto de Yamaha. "Comenzaremos a tratarle con fisioterapia y veremos cómo le va. La lesión es muy común entre los pilotos. Todos los de motocross y muchos de MotoGP están operados", explica.
Lorenzo, mientras, tratará de adecuar su postura de conducción para que la zona afectada no sufra demasiado. Es probable que su equipo de mecánicos varíe algunos parámetros del manillar de la moto para que abra más los brazos y cargue menos la zona. Está por ver si esta modificación afectará aerodinámicamente al rendimiento de la Yamaha.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 2 de abril de 2008