En la reunión de la OTAN que se ha celebrado estos últimos días en Bucarest se ha producido una jugada maestra de Estados Unidos. George W. Bush llegó a la cumbre con dos peticiones a los miembros de la Alianza: por un lado el ingreso en la OTAN de Georgia y Ucrania; por otro que aprobasen el proyecto de escudo antimisiles que tenía ya negociado con Polonia y la República Checa. Los miembros de la delegación estadounidense realizaron una estrategia magnífica: defendieron dos cosas para, al menos, conseguir una de ellas. Y, por supuesto, dentro de sus peticiones hay niveles de importancia. A nadie se le escapa que el proyecto del escudo antimisiles es algo mucho más importante para Estados Unidos que el ingreso de Georgia y Ucrania en la OTAN. La cantidad de dinero que pueden obtener empresas del sector armamentístico próximas al Partido Republicano con el escudo antimisiles pueden llegar a ser desorbitadas.
Estados Unidos, consciente de que los miembros de la Alianza no le iban a denegar sus dos peticiones, ha conseguido que bendigan su escudo antimisiles a pesar de que dentro de dicho escudo se queda fuera la zona sureste de Europa. Un éxito diplomático de la Administración estadounidense y un futuro gran negocio para las empresas armamentísticas. Un fracaso para la seguridad de todos, porque Rusia está en contra del proyecto. Veremos cómo responde.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 6 de abril de 2008